NEO-POST-INDIGENISMO

En algún momento de finales de los ochenta y principios de los noventa, se puso de moda en Puerto Rico ser negro. De cierta manera, todavía lo está. Véase, por ejemplo, el artículo que salió hoy en la revista Domingo de El Nuevo Día, sobre la nueva generación de tocadores y bailadores de bomba.

Este reconocimiento de nuestra raíz africana surgió en contraposición a lo que fue el nacionalismo indigenista de los sesenta y setenta. Piense en la cantidad de Urayoanes y Guarionexes que usted conoce. Ricardo Alegría, Juan Antonio Corretjer y el colectivo Guajana son sólo algunos de los responsables de que los independentistas de este período hayan reducido la identidad puertorriqueña a un coquí taíno.

Los defensores de la negrura fueron muy hábiles en demostrar que toda esta exaltación del taíno fue en el fondo una maniobra bastante racista para hacerse de la vista larga con respecto a la presencia de los negros en nuestra cultura. Como resultado de esto, hoy día, nadie en su sano juicio invoca a los taínos. Quienes lo hacen son tildados de ridículos. Éste es ciertamente el caso de las dos o tres organizaciones cuyos miembros alegan ser taínos de verdad.

A mí me parece desafortunado que ya no se le preste tanta atención a estos asuntos étnicos. El discurso marxista parece haber triunfado porque sólo se habla de la lucha de clases, como si esta no estuviera ligada a conflictos raciales.

Sostengo que en la medida que los negros se han hecho cada vez más visibles, los taínos se han hecho invisibles. Lo mismo ha pasado con los jíbaros. Ya nadie habla de ellos. Como si ya no quedara ni uno en Puerto Rico.

Nada más lejos de la verdad. Yo los veo a cada rato. Veo jíbaros y jíbaras de todos los colores en los vídeos de reggaetón. ¿Han visto a Wisin y Yandel? Jack Delano le tomó fotos a sus abuelos. ¿Han visto a las modelos de No te duermas? Jíbaras todas. Veo a la Burbu y Glerys y pienso que serían perfectas para una adaptación semiporno de La Charca.

Piensen en Willie Miranda Marín, el alcalde de Caguas. Para mí lo fascinante de Willie es que es, literalmente, un cacique del siglo XXI, que quiere convertir a Caguas en un guateque-tech. En Puerto Rico nunca ha habido un gobernador negro o indio, ni siquiera mestizo. ¿Será posible que Willie sea nuestro primer gobernador taíno? Si Evo pudo en Bolivia...