martes, abril 11, 2006

GOVERNMENT SAFARI


En días recientes, he tenido la oportunidad de practicar uno de mis “pasatiempos” favoritos: visitar agencias de gobierno en busca de la lista absurda de certificaciones de deuda que piden cada vez que uno hace negocios con el gobierno. Mi safari comenzó el viernes, día en que visité los Departamentos de Hacienda y el Trabajo, y el CRIM. Me tomó apenas dos horas obtener las cinco certificaciones que emiten en dichas agencias. Esto es raro. Creo que se debió al hecho de que era viernes por la tarde, cuando no hay casi nadie. De las tres dependencias que visité, la más pintoresca fue, sin lugar a dudas, el CRIM. Allí, me atendió un doño que parece sacado de una película Jean-Pierre Jeunet, el director de Amélie, Delicatessen y The City of Lost Children, si éste hubiera nacido en Villa Palmera. En serio: era chiquito, jorobado y calvo, parecía padecer una mezcla de autismo y estrabismo. En el cubículo de al lado había una enana que acostumbra pasar por debajo de su escritorio para llegar a su silla. Eso fue el viernes. Hoy me tocó ir al Departamento de Estado, a solicitar un certificado de “good standing”. Se me olvidó que en la colecturía del Departamento de Estado no cogen ATH, por lo que tuve que ir hasta la ATH de la Plaza de Armas. La próxima y última parada era la Corporación del Fondo del Seguro del Estado. Cometí el error de ir a la Oficina Regional de San Juan. Allí me dijeron que para una certificación de deuda tenía que ir a las Oficinas Centrales en Monacillo. Era la primera vez que iba; no estaba preparado para lo que encontré allí.

–¿Tú dormiste conmigo anoche? –veo que le pregunta él a ella. Se lo dice sin hablar, confíado de que ella leerá sus labios.
–¡Ya quisieras tú! –contesta ella. Él se le acerca. Se saludan con un beso en el cachete. – ¿Estás bien? –añade ella.
–Tú estas mejor. –dice él, después de calcular su movida.
–Ten cuidado; no te esmandes. –dice ella mientras se va. No estoy seguro de si eso fue un no o un sí al avance; no manejo estos códigos. Hay otras dos personas cerca, pero no parecen estar escandalizados. Yo soy el único.

Estoy en uno de los ascensores del Fondo del Seguro del Estado, donde acabo de presenciar un rapeo de oficina de gobierno. La oficina de recaudaciones queda en el tercer piso, a mano izquierda, cuando sale del elevador. Una vez allí, me percato de que no tengo encima mi número de poliza. Temo haber perdido el viaje. Me acerco a dos tarambanas que están hablando por encima del módulo que divide sus respectivos cubículos. Les pregunto si me pueden ayudar: buscar mi número de poliza en el “sistema.”

–No se supone que demos esa información. –me dice uno de ellos, de mala gana. No obstante, me pide la hoja de solicitud, luego se sienta frente a la computadora. Le toma un minuto imprimir un papel con la información que necesitaba.
–¿Usted es a quien debo pedirle el certificado de deuda? –le pregunto.
–No. –rebuzna. – Pero dame acá. Total, lo que toma eso no es mucho. –dice. Está claro que me está ayudando porque lo que le estoy pidiendo no le cuesta “trabajo.” Me dice que espere en lo que se supone que sea un vestíbulo. Desde allí, estudio la fauna del lugar..

Continuaré mañana cuando me sienta mejor de esta monga que me tiene jodío.

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Las agencias de gobierno son un reto que miden nuestra comprensión del idioma. En casi todos los casos hay que dividir lo que decimos o lo que pedimos en sus comoponentes más simples. Si lo complicamos solicitando varias cosas a la vez, ahí mueres. Si le hubieras pedido a esa/ese joven tu número y tu certificación no obtenías ninguna de las dos. Tienes como que irte inventando o descubriendo una a una las cosas que necesitas, como si hubieras llegado allí sin saber que necesitabas y vas cayendo en cuenta una a una. Algo como: "ah mira, ya que estoy aquí, tu pudieras..."

Además, seguro que no te podía decir que te servía con gusto y que le daba placer o gusto atenderte, porque en el código del "servicio público" eso es "totally uncool" y signo y seña de que el que los usa es un empleado novato sin entrenar ni experiencia en el asunto, o sea nadie.

¿Será por eso que la gente se va quitando de eso de hacer trabajos o contratar con el gocierno?

6:34 a.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Ya sé, las rejas te dejaron grave.
Bueno con la monga, sopa de pollo, no hay más ná. En el mejor de los casos hecha en casa, pero si no hay remedio, pues Campbells o Lipton con ella. Que te mejores.

12:14 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Lipton's... me revivieron ayer. En cuanto a tus aventuras en las oficinas de gobierno, me dio mucha risa el episodio de rapeo. Probablemente, nadie se escandalizó porque los demás estaban acostumbrados a este tipo de movimientos. Pasa mucho en las oficinas de gobierno. Si alguien se dedicara a escribir sobre todos los episodios que suceden en estos espacios, se haría millonario, así que, considéralo...

3:31 p.m.  

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