CHARLES DARWIN REVISITED

En algún lugar de la Biblia, debe estar escrito: los hijos crecerán para ser como sus padres. Y esto es particularmente cierto en el caso de las mujeres, que lo saben pero que insisten en pensar que no es una regla general. Cualquier hombre que quiera saber cómo se verá su novia o esposa de aquí a veinte años, sólo tiene que fijarse en su suegra. Yo casi he adoptado la política de sólo salir con mujeres cuyas madres son atractivas. No estoy hablando de las relaciones pasajeras, sino de esas más estables y formales que uno establece con mujeres que son “girlfriend material.” Tengo un amigo para el que esta distinción resulta un poco rara, pues sus relaciones siempre han sido con mujeres con las que podría casarse. Yo no creo en eso del matrimonio, pero estoy consciente de que seleccionar una esposa no es cosa fácil. Las esposas son para “mating” o apareamiento. En ese sentido, sólo me aparearía con una mujer cuya capacidad para concebir y criar hijos es excelente. Nada de esto nuevo. Es lo que los miembros de nuestra especie han hecho desde tiempos inmemoriales. Yo creo que todo se reduce a una cuestión de genética. Tengo la esperanza de que pronto la biogenética desarrolle alguna suerte de coeficiente genético, le podríamos llamar GQ (¡como la revista!) en vez de IQ, que le de valor a la composición genética de las personas. Buscar pareja en el futuro podría ser un proceso parecido al que usan las universidades para admitir estudiantes, que combina test scores, ensayo personal, cartas de recomendación y, de ser necesario, entrevista o audición, dependiendo de la disciplina. Suena impersonal pero qué más se puede esperar de un futuro en el que los bebés se producirán genéticamente en un laboratorio, sin que sus padres hayan tenido que tener sexo. El próximo paso en la liberación sexual es la aceptación social de la prostitución. Esto hará que la prostitución, como la conocemos hoy, desaparezca o, por lo menos, se diluya. Con el paso de tiempo, las prostitutas serán substituidas por seres artificiales, ya sean replicantes o muñecas tan bien hechas que parecen reales. También habrá avances en el sexo virtual. Cada vez más gente llegará a la conclusión de que masturbarse es mejor que tener sexo. Proliferarán los swingers. La esposa de uno será abiertamente la chilla de otro. Las mujeres son las que más tienen que ganar en todo esto. Tienen ahora mismo el poder de negociar los términos de una poligamia responsable que no necesariamente responda a las fantasías del hombre. Pero tienen que moverse. Esta ventana de oportunidad se puede cerrar. Con el pasar del tiempo, habrá menos hombres apetecibles para las mujeres. Esto contribuirá a que los hombres se prostituyan, cosa que harán motivados por la necesidad de suplementar sus ingresos. El prostituto barato y callejero no proliferará. El que proliferará será el casanova, que, más que sexo, venderá amor a la mujer que pueda pagar sus servicios, en algunos de los casos firmando contratos de varios años o varios proyectos como los que tienen los actores con los estudios o los peloteros con los equipos de béisbol. Habrá todo un sistema de discriminación genética que agilizará el descarte de los menos aptos. Poco a poco, los brutos, los enfermizos y los emocionalmente trastornados irán desapareciendo. La vejez será uno de los grandes problemas sociales de los años venideros. Durante los próximos veinte años, la sociedad verá los side effects de tanto botox en el cuerpo y, les aseguro, lo que veremos no será muy lindo que digamos. ¿Se acuerdan de aquella película de Indiana Jones en la que el nazi bebe del grial equivocado? ¿Se acuerdan lo que le pasó justo después? Por ahí va la cosa. Por todas y estas razones, sólo me aparearía con las mujeres más aptas de la especie.