SOBRE LOS INTELECTUALES
Este fragmento de Tom Wolfe, en "Periodismo canalla", me ha llamado mucho la atención:
La Primera Guerra Mundial estalló en 1914 y concluyó en 1918. En ese momento, como si Nietzsche siguiera vivo para dirigir el drama, en Europa apareció una nueva figura, que recibía un nombre completamente nuevo: el «intelectual», encarnación del escepticismo, el cinismo, la ironía y el desprecio.
(...) El nuevo héroe, el intelectual, no necesitaba cargar sobre sus hombros el peso de las fastidiosas labores de informar o investigar. En consecuencia, no precisaba una educación especial, formación académica, bases filosóficas, esquemas conceptuales ni mayores conocimientos del mundo científico o universitario que los que se encuentran en la sección de cultura de cualquier periódico dominical. Lo único que necesitaba era indignación ante los poderes fácticos y los idiotas burgueses que se sometían a ellos. ¡Estupendo! Ya se había convertido en un intelectual.
Desde el principio, la relevancia de este nuevo ser, el intelectual, que desempeñaría un papel trascendental en la historia del siglo XX, fue inherente a su necesaria indignación, pues dicha indignación lo elevaba a un plano de superioridad moral. Allí en lo alto, se hallaba en la posición óptima para menospreciar el resto de la humanidad. Por otra parte, subir no le había representado esfuerzo alguno, ni intelectual ni de ninguna otra clase. Como diría años después Marshall McLuhan: «La indignación moral es una técnica usada para conferir dignidad al necio.» Precisar qué intelectuales del siglo XX fueron o no fueron necios sería motivo de debate, sin embargo, es difícil discutir la definición que pronunció un diplomático francés durante una cena: «Un intelectual es una persona versada en un único campo y que sólo opina sobre otros.»
La Primera Guerra Mundial estalló en 1914 y concluyó en 1918. En ese momento, como si Nietzsche siguiera vivo para dirigir el drama, en Europa apareció una nueva figura, que recibía un nombre completamente nuevo: el «intelectual», encarnación del escepticismo, el cinismo, la ironía y el desprecio.
(...) El nuevo héroe, el intelectual, no necesitaba cargar sobre sus hombros el peso de las fastidiosas labores de informar o investigar. En consecuencia, no precisaba una educación especial, formación académica, bases filosóficas, esquemas conceptuales ni mayores conocimientos del mundo científico o universitario que los que se encuentran en la sección de cultura de cualquier periódico dominical. Lo único que necesitaba era indignación ante los poderes fácticos y los idiotas burgueses que se sometían a ellos. ¡Estupendo! Ya se había convertido en un intelectual.
Desde el principio, la relevancia de este nuevo ser, el intelectual, que desempeñaría un papel trascendental en la historia del siglo XX, fue inherente a su necesaria indignación, pues dicha indignación lo elevaba a un plano de superioridad moral. Allí en lo alto, se hallaba en la posición óptima para menospreciar el resto de la humanidad. Por otra parte, subir no le había representado esfuerzo alguno, ni intelectual ni de ninguna otra clase. Como diría años después Marshall McLuhan: «La indignación moral es una técnica usada para conferir dignidad al necio.» Precisar qué intelectuales del siglo XX fueron o no fueron necios sería motivo de debate, sin embargo, es difícil discutir la definición que pronunció un diplomático francés durante una cena: «Un intelectual es una persona versada en un único campo y que sólo opina sobre otros.»
1 Comentarios:
He leído su blog y debo reconocer que, si usted es el paradigma de ateo que pretende acabar con el cristianismo por las malas, ya le garantizo que ni por las buenas. No obstante, y para que vea que le escribo de buena voluntad y sin destacar ninguna sílaba a la "manera católica", le recomiendo que se tranquilice y que vaya a un terapeuta. Lo suyo, tal vez, sea sociocultural; pero, esa maldad resentida con la que "a la manera atea de hablar" derrama su discurso me inclina a pensar que lo suyo es de psiquiátrico.
Rezar por usted es imposible porque se hace llamar ateo y está en contra de Dios y de su Iglesia, así que Nuestro Señor le tendrá por una fuerza del mal a la que no hay que amar, sino combatir porque usted, en tanto que individuo maligno, está en contra de Dios y, por lo tanto, cómo espera usted nada bueno de los que usted llama "cristianos" y mucho menos de su Dios, que también es el suyo, aunque lo ha repudiado por no sé qué estrecha, simple y miope visión del universo: un páramo absurdo y estéril donde la vida se produjo espontáneamente y por error. No me extraña que esté tan rematadamente mal de la cabeza y que ese trastorno le haga ser tan mal ser humano. Tan malo como para desear hacer daño al prójimo.
No dudo, además, de que su capacidad intelectual no le da para más que para escribir en un blog. Probablemente tampoco tenga muchos estudios y su única inquietud sea masturbarse viendo fotos de niñas en internet (como España es tan rancia e hipócrita que permite que gobierne un grupo de impresentables políticos, amén de izquierdosos fachas de toda la vida, pues en el país se goza con todo tipo de perversiones y formas desviadas de la sexualidad). Si no entiende esto último, tranquilo: en la consulta del terapeuta se lo explicarán todo.
Y ya que le veo un avanzado de la revolución ácrata, ésa cutre versión del sano capitalismo neoliberal democristiano, es decir, de la Europa Occidental de toda la vida donde usted parece sentirse tan incómodo (a pesar de que después busque las judías en un trabajo "rodeado de católicos" (con lo fácil que sería dejar el empleo si tan incómodo se siente usted allí, ¿no le parece?)), le recomiendo que se informe un poco antes de ajustarle las cuentas al buen gusto y a la verdad intelectual en sus lamentables entradas. Los intelectuales no se crearon por la gracia ácrata de la Naturaleza, sino que existían de antaño. Si usted, en vez de seguir masturbándose, se preocupara en leer más, sabría que los anarquistas españoles ya veían con recelo al núcelo de intelectuales a los que, no obstante, no tuvieron reserva alguna en adscribir para su causa. Estoy remontándome, como muy tarde, a comienzos del último tercio del siglo XIX, no al final de la Primera Guerra Mundial.
Podría seguir indicándole más errores de bulto, pero es que debería censurar todo el blog.
Una recomendación: sigan usted y su grupito de simpatizantes haciendo el ridículo y guiñando el ojo a los musulmanes. Ya verán, si un día (descuiden, eso no va a pasar) Europa cae en manos de los musulmanes, las gracias contadas que les van a permitir esas gentes con su dios y con su profeta. Una y nada más porque no lo contarán: sencillamente les cortarán la cabeza. Vean qué generosos son esos que ustedes llaman "cristianos", que no hacen lo mismo con ustedes y con sus insultos.
Por último, lo que siempre digo a "los ateos": si no os gusta España, os podéis marchar de aquí. "Los cristianos" corremos con los gastos del viaje. Sólo una condición: no vuelvan a aparecer por aquí. Se les condieraría gente non grata. En cambio, en Cuba, en Venezuela o en algún otro país de mala muerte tipo Corea del Norte les esperan con los brazos bien abiertos. Vayan, vayan... ya verán qué bonito es vivir en una dictadura donde dios existe, pero se le conoce con el nombre de "presidente". Y ése sí que no perdona ni una.
Bueno, ateo, ya sabes: cuando quieras, emigra, pero antes avísalo en la Conferencia Episcopal, que te ponemos un vuelo privado rumbo a la primera república bananera que se te antoje.
Adiós y con Dios.
"Un cristiano"
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