POR EL AMOR DE DIOS
Por primera vez en mi vida, trabajo en un lugar donde abundan los cristianos. Como ateo que soy, me siento asediado por estos individuos cuyas vidas giran en torno a la iglesia. Ya he tenido que tolerarles a dos sus cuentos de cómo el Señor llegó a sus vidas.
Por más cínico que sea, trato de ser afable en mi lugar de trabajo. Trato de no antagonizar o, mejor dicho, antagonizo sólo si me antagonizan primero. De hecho, tal parece que le he caído bien a la mayoría de la gente, sobre todo a las señoras mayores que probablemente ven en mí el semblante de algún nieto perdido. Quiere decir todo esto que cuando un cristiano me hace su cuento de cómo encontró a Dios, lo escucho y hago un esfuerzo por proyectar empatía.
Pero la cosa ya está fuera de control. Estoy literalmente rodeado de cristianos, todos ellos hombres jóvenes, uno que otro de mediana edad. Hay uno que de seguro me odia. No puede bregar con mi sarcasmo. Un día me acusó de “jactancioso”. Dijo la palabra con esa forma de marcar las sílabas y las consonantes que los cristianos usan para decir palabras como “sexo” (marcando la x: sec-so) o “pornografía” (marcando las r’s: porrr-no-grrra-fía). “Eres un jac-tan-cio-so”, me dijo hace unos meses con su dicción de cristiano, saboreando cada letra y sílaba.
Cuando regresé al trabajo luego de las dos semanas en Nueva York, descubrí que se había sumado al ejército de la salvación un nuevo soldado. No habían pasado ni tres horas de haberlo conocido cuando ya estaba haciéndome la historia de su conversión. Como siempre, lo escuché y procuré no decir nada ofensivo.
Sin embargo, hace unos días, me di cuenta de que esta convivencia –hasta ahora pacífica- con los cristianos está destinada a terminar en guerra santa. Alguien trajo el tema de un actor americano que había salido recientemente del clóset. La reacción de uno de los cristianos fue de antología.
“Es como con los alcohólicos, reconocer el problema es el primer paso”, dijo. No vi esa venir. Muy dentro de mí, pensaba que ese tipo de comentario estaba “off-limits”, no era parte del pacto social implícito entre devotos y paganos.
“También podría ser que no tiene novio y ésa es su forma de dejarle saber al mundo que está ‘available’”, dije yo.
“Ah, bueno, ya eso es otra cosa”, me dijo el cristiano y acto seguido regresó a trabajar en su computadora.
Let the holy war begin.
Por más cínico que sea, trato de ser afable en mi lugar de trabajo. Trato de no antagonizar o, mejor dicho, antagonizo sólo si me antagonizan primero. De hecho, tal parece que le he caído bien a la mayoría de la gente, sobre todo a las señoras mayores que probablemente ven en mí el semblante de algún nieto perdido. Quiere decir todo esto que cuando un cristiano me hace su cuento de cómo encontró a Dios, lo escucho y hago un esfuerzo por proyectar empatía.
Pero la cosa ya está fuera de control. Estoy literalmente rodeado de cristianos, todos ellos hombres jóvenes, uno que otro de mediana edad. Hay uno que de seguro me odia. No puede bregar con mi sarcasmo. Un día me acusó de “jactancioso”. Dijo la palabra con esa forma de marcar las sílabas y las consonantes que los cristianos usan para decir palabras como “sexo” (marcando la x: sec-so) o “pornografía” (marcando las r’s: porrr-no-grrra-fía). “Eres un jac-tan-cio-so”, me dijo hace unos meses con su dicción de cristiano, saboreando cada letra y sílaba.
Cuando regresé al trabajo luego de las dos semanas en Nueva York, descubrí que se había sumado al ejército de la salvación un nuevo soldado. No habían pasado ni tres horas de haberlo conocido cuando ya estaba haciéndome la historia de su conversión. Como siempre, lo escuché y procuré no decir nada ofensivo.
Sin embargo, hace unos días, me di cuenta de que esta convivencia –hasta ahora pacífica- con los cristianos está destinada a terminar en guerra santa. Alguien trajo el tema de un actor americano que había salido recientemente del clóset. La reacción de uno de los cristianos fue de antología.
“Es como con los alcohólicos, reconocer el problema es el primer paso”, dijo. No vi esa venir. Muy dentro de mí, pensaba que ese tipo de comentario estaba “off-limits”, no era parte del pacto social implícito entre devotos y paganos.
“También podría ser que no tiene novio y ésa es su forma de dejarle saber al mundo que está ‘available’”, dije yo.
“Ah, bueno, ya eso es otra cosa”, me dijo el cristiano y acto seguido regresó a trabajar en su computadora.
Let the holy war begin.
8 Comentarios:
Comparto tu irritacion hacia la version boricua del born-again christian. Nada de malo con ser creyente y anclar tu vida en Dios, pero lo que me rejode es la estrechez de mente y la intolerancia detras del discursillo de llevar a Cristo en el corazon ademas de empujarte la conversion por ojos boca y nariz. La culpa la tiene Samuel Hernandez
Oh! no crees en Dios Pit?
:)
Quizas debes prepararte adecuadamente para la guerra santa. Los "new atheists" como les llaman estan muy de moda y estan hartos de siempre estar a la defensiva.
Recomiendo "The God Delusion" por Richard Dawkins quien parece ser el lider en la batalla y ha recibido mucha prensa.
Tambien hay un articulo en Wired muy bueno sobre como se siente un ateo ante la nueva oleada atea y la lucha santa a la que te refieres.
http://wired.com/news/wiredmag/0,71985-0.html?tw=wn_index_25
Lo que son las casualidades. Anoche mismo leí el artículo de Wired. Anoche mismo también me dio con alquilar en Blockbuster el DVD de "The Mission". No puedo evitar ver una conexión. Después de todo, fue un jesuita quien una vez me dijo que mi ateismo me hacía buen candidato para ser cura. Desde ese día, digo, recordando a Buñuel, que "gracias a los jesuitas, soy ateo". Es más, si no fuera por el voto de castidad, consideraría muy en serio ingresar a la llamada fuerza de choque de la Iglesia Católica. Pero bueno, en lo que estábamos: le tengo cariño a Dawkins por su libro "The Selfish Gene" y sabía que tenía una cruzada contra Dios, pero no sabía que la cosa iba tan en serio. Por lo pronto, un compañero de trabajo y yo estamos planificando fundar una célula musulmana en el trabajo y hacer cosas como hablar de la gente de la "mezquita" tal y como los cristianos hablan de la gente de la "iglesia", orar de cara a la Mecca, observar el Ramadán, pero sobretodo saludarnos con el tradicional de "As-Salamu Alaykum". De nuestro cuello colgará un pendante con la foto de Luce López Baralt. Todo sea por espantar a los cristianos.
yo me enrolo a tu bando
La foto de Luce? So funny is not even...
Por otro lado, además del grupo musulmán yo en serio pienso que el noegocio está en fundar una iglesa, mira que en el gobierno es más fácil conseguir chavos pa una que pa producir una obra de teatro. Yo tu lo considero...si quieres te ayudo, creo que podría ser divertido.
Para que veas las casualidades, palabra de contraseña yjihad...brega con eso!
El Hermano Hirsuto:
Ya esta el nombre. Como asistente de dogma y discurso creativo se sumó la Antonia. A mi, como se contar, que me dejen la tesorería.
Sólo falta pedirle a Fomento o a los barrilitos, los chavos pa' la carpa. Y pa' la musica, ponemos a guisar a varios amigos y conocidos.
Quizas la nueva iglesia puede ser un frente para un grupo teatral subversivo o clandestino. Todo sea para lavar dinero para montar y producir nuevas obras de teatro.
"Guerilla theater" o teatro del bajo mundo.
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