miércoles, mayo 31, 2006

VERTIGO, 2


Mi conversación con Joaco en La Mallorca fue hace como dos semanas. Intercambiamos números de teléfonos y direcciones de e-mail, pero me fui de allí pensando que no lo volvería a ver hasta dentro de buen tiempo, cuando nos encontráramos de nuevo, por casuailidad.

Es por eso que me sorprendió que me llamara el viernes pasado. “Leí tu artículo sobre CIRCA... ¿Qué te parece si vamos juntos?”, me dijo por teléfono. Eran casi las dos de la tarde y yo iba en mi carro camino a una reunión. No supe que decirle. No tenía planes de ir a CIRCA, aunque debo admitir que tenía un poco de curiosidad. “Dale... Suena chévere”, contesté. “Yo tengo un carné de prensa, de seguro que con eso entramos los dos”.

Hicimos planes para esa misma noche. Debo confesar que la idea de janguear con Joaco me producía cierto estrés. Quizás ‘estrés’ es una palabra muy fuerte. Digamos que ansiedad. En serio: No me siento cómodo cuando estoy en la compañía de un ex compañero del Colegio. Me siento como si ellos supieran cosas que me puedan sacar en cara en cualquier momento. Así soy: Me avergüenzo de mi pasado. Tengo problemas de ‘self-image’... Lo sé.

Joaco me vino a buscar en su Mercedes negro. Insistió en que comiéramos. Tragué hondo. No estoy para estar gastando en restaurantes caros. “Hay un buen restaurante francés en Miramar, que nos queda de camino”, me dijo ya en el Expreso. Lo sabía: esta salidita me iba a costar.

Don’t get me wrong: El Bistro de París es un muy buen restaurant. Pero pagar $60 por una comida no es algo a lo que estoy acostumbrado. Ésa cantidad la pago gustosamente sólo cuando hay una mujer que me gusta al otro lado de la mesa. Los $120 que pagaría en ese caso no dolerían pues serían contabilizados como una inversión que podría redundar en dividendos sexuales a corto o mediano plazo (es decir, esa misma noche o el fin de semana siguiente).

“Chema también va para la feria esa de arte.”, me dice justo antes de que el mozo ponga en la mesa la cuenta de $140, sin incluir propina. Chema es José Manuel, el hermano menor, por dos años, de Joaco. A sus 30 años, Chema es ya un coleccionista ‘bona fide’. Trabaja en Payne Webber y gana más de $150 mil al año, la gran mayoría de los cuales se le va en financiar su estilo de vida: el Porsche, los ‘ski trips’ a Aspen, las ‘high-class escorts’ y todo el alcohol y perico que eso conlleva. Muy dentro de sí, su sueño es ser como su jefe Miguel Ferrer, el presidente de la casa de corretaje, cuya afición por el arte y las modelos es harta conocida.

Continuará.

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

De eso se va a componer el país, unos cuantos juacos y hermano de $150,000.00 anuales hacia arriba, y un monton de gente que no sabe ni que ese mundo existe. ¿El resto? Emigrao.

4:14 p.m.  
Blogger PLOP dijo...

Tíralo(s) al medio, morituri.

11:48 p.m.  

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