martes, mayo 23, 2006

VERTIGO


José Joaquín Saldaña estudió conmigo en escuela superior. Al graduarnos, él se fue a estudiar a Fordham y yo a la UPR. Después, yo me fui a NYU para hacer una maestría y él a Wharton para hacer un MBA. Después de eso, no supe nada de él hasta que me lo encontré hace unos días en La Mallorca. Me contó que de Wharton se fue para Yale a hacer un doctorado en economía, pero que hace par de añõs había regresado para hacerse cargo de la empresa familiar. Parecía haber hecho las pases con ese destino del que tanto huyó. Joaco nunca dejó de hacer lo que su familia esperaba de él: convertirse, a los 31 años, en el presidente de la lucrativa compañía de distribución de alimentos que su padre fundó hace 36 años. La profecía se cumplió hace un año. Ahora es jefe de casi 250 empleados y dueño de un minicomplejo industrial en Bayamón. Le gusta su trabajo, aunque confiesa sentirse, a veces, inseguro. Su padre, que, técnicamente, está retirado, tiene cada vez menos presencia en los asuntos de la empresa y esto es algo que aterra a Joaco. Tiene miedo de no estar a la altura de las expectativas que tiene su familia de él. Esto me lo cuenta mientras nos tomamos un café en La Mallorca. Me habla con esa mezcla de desenfreno y alivio que al parecer le produce haber encontrado finalmente alguien con quién hablar de estas cosas. Yo trato de darle apoyo; le digo que tranquilo, que eso le pasa a todo el mundo, que no le queda otra que bregar, que no se sabotee, etc. Mi pequeño discurso de motivación pareció funcionar, pues de repente su espíritu pareció llenarse de paz y me dijo algo que me conmovió. “Sabes, tengo un pequeño ritual que me llena de fuerzas. Por las noches, soy de los últimos en salir. Cuando llegó al parking bajo techo y lo veo vacío, con lo grande que es... siento una especie de vértigo. ¿Y sabes lo que pienso? Te vas a reir. Pienso que todo ese parking, sus tres pisos, TODO... es mío”.

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

En una conversación que sosteniamos sobre las penas y congojas de los ricos, una querida y muy sabia amiga me dijo algo que nunca he olvidado, va más o menos así: creeme, que no siento gran pena o solidaridad por los pugilatos y penas de los ricos, siempre es mejor llorar una gran pena o angustia en la Rivera Francesa que en mi apartamento de Río Piedras.

4:28 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

No es donde lloras las penas, es con quien...claro, que llorarlas en Rio Piedras no te garantiza una buena llorada, y definitivamente la Rivera Francesa debe ser mejor a la hora de curar el hipo post- llanto.

Todo es tan complicado!

11:20 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

La mejor compañía del mundo, si es para llorar penas, no dura mucho. No son tiempos de solidaridades. Por tanto, el lugar sigue siendo lo más importante.

6:42 a.m.  

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