domingo, diciembre 04, 2005

LA DIVINA COMEDIA. PT. 2


Ya he procrastinado suficientemente la continuación del cuento de La Divina Comedia, aunque debo reconocer, en homenaje a mi antigua psicóloga, que algo habrá en ese cuento que no quiero recordar. A los que no han leído la primera parte, quizás les convenga hacerlo antes de leer lo siguiente.

La Divina Comedia fue para mí algo así como un rito de pasada. La fiesta se dio a menos de un mes de haber cumplido los treinta y vino a ser lo más cercano a una celebración oficial, aunque nadie en la fiesta se enteró. En ese sentido, se puede decir que fue a cúspide de mi retorno de Saturno, esa cueva a la que uno entra a partir de los 28 ó 29 años, y de la cual no sale hasta justo después de los 30. Para los que no estén familiarizados con este concepto astrológico, sólo diré que al retorno de Saturno uno entra niño y sale de él adulto. Uso la metáfora de la cueva, pues en el retorno de Saturno uno se ve obligado a encontrarse a sí mismo en la oscuridad.

Un aspecto importante de La Divina Comedia fue que me permitió bregar con dos rollos importantes: mi relación con el dinero y mi relación con mi cuerpo. Sobre mi relación con el dinero, tengo que decir que soy una de las personas más tacañas que conozco. Habiendo dicho eso, puedo ahora decir que para La Divina Comedia, mi amigo socio y yo invertimos la cantidad de US$7,500, de los cuales no recuperamos ni un centavo, pues todo en la fiesta era gratis; los presentes no tuvieron que pagar nada. La Divina Comedia es hasta el día de hoy la mejor inversión de dinero que he hecho en mi vida. Y no debe perderse de vista que en ese momento me encontraba sin trabajo y no tenía la más mínima idea de hacia dónde iba en lo profesional. Así que ya deben tener una idea más clara del tipo de fiesta de la que estamos hablando: una fiesta de US$7,500.

Sobre las invitaciones, hay que decir que perdimos rápidamente el control de las mismas. Queríamos que la fiesta fuera todo un social event, así que le pedimos a una amiga que enviara invitaciones a su lista de opinion makers y beautiful people. A dos amigas más, les dijimos que invitaran a la gente de sus trabajos. Mi socio y yo estuvimos tan ocupados en la producción de la fiesta que no pudimos darle el seguimiento adecuado a nuestros propios invitados. El resultado de esto fue que al final no conocía a la mayoría de la gente que fue a la fiesta. Pero así es la vida.

Para controlar la puerta, recluté a mi hermano y a un amigo de él. Por suerte, esa noche llovió y eso creo que no salvó de una situación potencialmente descontrolada. Calculamos que a la fiesta vinieron aproximadamente 250 personas. Como dije, de esas, casi no conocía a nadie.

Han pasado dos años desde aquel sábado, pero todavía me encuentro con gente que recuerdan La Divina Comedia como una de las mejores fiestas a las que han ido en sus vidas. Yo creo que las razones para esto son varias. Paso a enumerarlas en ningún orden en particular:

1. Location: Un espacio tipo almacén en la urbanización industrial Tres Monjitas.
2. Gratis: Hubo gente que pensaba que iba a tener que pagar para entrar y beber. Descubrir que todo era gratis digamos que los predispuso a pasarla muy bien.
3. Cierto aire de misterio: Nadie entendía la razón de ser de la fiesta. Se hablaba de que la habían organizado dos tipos, pero nadie sabía quiénes eran. Además de eso, el hecho de que en un estudio adyacente se estuviera produciendo un reality show tipo Big Brother, en el que los participantes están encerrados en un estudio-casa por un período de varias semanas, le hizo pensar a la gente que la fiesta era parte del reality. Algunos hasta pensarón que estaban siendo grabados sin que ellos lo supieran.
4. Cierto aire de decadencia: Más sobre esto luego. Por ahora, sólo diré que esto se logró gracias al entretenimiento, especialmente a las strippers y los performeros. Esto contribuyó a que la gente se soltara. El libre flujo de alcohol y pasto no se quedó atrás.
5. Gays: Nada que explicar.

Con tela de tul, creamos tres espacios: Paraíso, Purgatorio e Infierno. El Paraíso era el área para bailar. El Purgatorio era donde estaba la comida. Y en el infierno, la bebida. Una cosa que no he dicho pero que es central es que el estudio tenía un espacio de camerino que nosotros convertimos en dark room. Por suerte, no mucha gente se enteró de su existencia.

Terminamos de ambientar el espacio dos o tres horas antes de la hora de la fiesta. Yo no tenía ropa, así que fui a Macy’s y, a tono con la botaera de chavos, gasté US$200 en una camisa y pantalón Kenneth Cole y otros US$120 en unos zapatos italianos. ¿Se acuerdan que dije algo de mi relación con mi cuerpo? Pues Kenneth Cole me ayudó a mejorarla. Bueno, él y las strippers. Pero no nos adelantemos.

Continuará.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

DAMN IT!! give me MOREEEEEEEE!!!!

7:18 p.m.  

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal