sábado, abril 23, 2005

INDOLE SEXUAL

CARTA CIRCULADA EN UN CONDOMINIO DE SAN JUAN

A: Residentes cercanos a los ruidos de índole sexual
De: Administración

Se han recibido informes de residentes de nuestro condominio que indican sonidos de naturaleza sexual, que aparentemente tienen su origen en un apartamento cercano al suyo. Los informes reportados indican que la emisión de tales sonidos es tan alta que se pueden escuchar claramente en los apartamentos cercanos. Estos sonidos están alterando a los residentes pues a altas horas de la noche y temprano en la mañana los están despertando y alterando su tranquilidad. Adicional a esto, tenemos varios residentes que tienen menores de edad y están expuestos a estos sonidos sexuales, lo que es inaceptable para su bienestar mental y curiosidad infantil.

Conforme a nuestro reglamento, en la página 14, Capítulo VIII, Artículo 40:
b. No se producirán ruidos o molestias innecesarias, ni ejecutarán actos que perturben las paz o tranquilidad de los demás titulares y ocupantes de apartamentos.
c. No se utilizará el apartamento para actos o fines contrarios a la ley, la moral o el orden público, la disciplina, moralidad, decoro y normas de convivencia establecidas por la ley y este reglamento.

De los sonidos originarse en su apartamento, le estamos solicitando que utilice su mejor criterio para que no vuelva a suceder.

De los sonidos no provenir de su apartamento, le solicitamos que haga caso omiso a esta carta.

miércoles, abril 20, 2005

HABEMUS PAPAM

¡Tenemos Papa! Su nombre es Josef Ratzinger, un alemán con cara de pocos amigos, cuya misión será rescatarnos a todos del oscurantismo. La noticia le ha caido como un balde de agua fría a todos aquellos que albergaban alguna esperanza de renovación en la Iglesia Católica. Benedicto XVI será su nombre como Papa.

Este hijo de Bavaria es un católico de línea dura. Su trabajo durante el papado de Juan Pablo II era poner en su sitio a todos aquellos curas que practicaran versiones experimentales de la doctrina católica, entre ellos, los de la teología de la liberación. Ratzinger dirigía el equivalente católico de la Gestapo. Para colmo, tiene un historial de anti-intelectualismo y eso no le sabe bien a los Jesuitas que, como dice Marcos, son los Jedi de la Iglesia Católica.

La verdad es que la cosa no pinta bien. La estrategia política de Ratzinger bien podría ser un calco de la de Bush. No me sorprendería si, de buenas a primeras, Benedicto XVI le declara la guerra a todos los que considera enemigos de la Fe. ¿Si le ha funcionado a Bush, por qué no al Papa? Quizás eso es lo que la Iglesia Católica necesita: una buena guerra santa, un elemento unificador. En la lista negra de Ratzinger, su "axis of evil," están los cristianos fundamentalistas, pero también los “new age.” Prepárense para una batalla campal. No hay espíritu más sanguinario que el de un católico. ¿Qué mejor prueba de ello que la Inquisición?

martes, abril 19, 2005

GANAN LOS COYOTES

El sábado pasado fui a ver Los Coyotes, la nueva obra de teatro de Jorge González, mejor conocido en ciertos círculos de dudosa reputación como “el Gran.”

Jorge González tiene talento. Irrumpió en la escena artística a principios de los noventa como cantante de la banda de rock/punk Nalgada de Oro, cuyos miembros se vestían de mujer y cuyo repertorio estaba compuesto de canciones tontas pero muy cómica y entre las cuales podía figurar un “cover” de Los Borregos, la canción de Gloria Trevi.

Su primera obra de teatro fue Aquí estamos otra vez y se presentó en el teatrito de la U.H.S., su alma máter. Casi nadie recuerda de qué trataba la obra. Sin embargo, prácticamente todo el que la vio la recuerda como algo mucho más grande que lo que fue. Pienso que Aquí estamos otra vez era una mezcla extraña, pero entretenida, de Pirandello y Chespirito… algo así como Seis Chavos en busca de un Chapulín. Esta obra tiene el dudoso mérito de haber lanzado la carrera del actor Yamil Collazo. Si González era el Tennessee Williams de la nueva generación, Collazo era su Brando en A Streetcar Named Desire.

Su segunda obra fue Conioplik y se presentó en el teatrito de la UPR. Ésta es probablemente la obra más oscura y menos conocida del autor. Se parece mucho a La estación eléctrica, una de sus obra más recientes. Ambas están ambientadas en un futuro apocalípticamente absurdo que sirve de telón de fondo para las crisis existenciales de los personajes.

Terminado su bachillerato en la UPR, González se fue a Nueva York a estudiar dramaturgia en la Universidad de Columbia. Estos son los años perdidos de Jorge González. En Nueva York fue que Jorge González, influenciado por el lado oscuro de la fuerza, empezó a escribir como un dramaturgo serio y, para colmo, folklórico. Me pregunto si su público ya lo perdonó por Vieques, obra que dentro de todo le trajo premios y reconocimiento en los niuyores. Pero bueno, tremendo susto que se llevaron sus fanáticos: ¡¿Jorge González, nuestro próximo Francisco Arriví?! Todavía lo pienso y me dan náuseas.

A lo que voy es que Jorge González es un tipo bastante gracioso y debe preocuparse menos por ser un Arthur Miller y más por ser un Darío Fo. De igual manera, es una pena que González no cultive su vena de “showman.” Sería tremendo intérprete de sus propios textos y no necesitaría que Israel Lugo fuera su alter ego en escena. Se me antoja imaginármelo como un Woody Allen en el cuerpo de Tavín Pumarejo, con todo el respeto que el Higado se merece.

Pero volvamos a las obras. Ya mencioné La estación eléctrica. Hablemos de Los Coyotes.

Los Coyotes es puro Jorge González. La obra exhibe una clara continuidad con respecto a sus obras anteriores y da indicios de cierta madurez temática y estilística. Ya podemos decir, confiados, que las preocupaciones de González son de corte existencialista. Su vocación, cómico-absurdista. Sus referencias, eminentemente pop. Con tremendo ojo y oído para las idiosincrasias. ¿Beckett meets Carlos Ferrari?

La obra gira en torno a cinco amigos de toda la vida que en el presente conforman un equipo de baloncesto aficionado que se llama –¡adivinen cómo!- los Coyotes. Los cinco se han reunido en casa de uno de ellos para ver una pelea de Tito Trinidad. Desde temprano en la noche empiezan a manifestarse toda una serie de rollos y problemas con los cuales estarán bregando durante el resto de la obra, rollos que tienen que ver con cómo ellos se asumen como hombres y como parte del grupo de amigos.

El primer acto es muy cómico. Conocemos a los personajes y sus patologías: Orlando (Ernesto Concepción) tiene treinta años, todavía vive en su casa y odia que la mamá lo trate como a un adolescente; Alex (Israel Lugo) es el único que tiene novia, la ama y la adora, pero le molesta que sea vegetariana; José (Julio Ramos) es el centro del equipo, su apellido es Ortiz. No es familia de Piculín, pero usa su Gel; Mario (Carlos Vega) estudió trabajo social, pero no consigue trabajo. Por lo pronto, se hospeda, de gratis, en casa de Carlos (Modesto Lacén), el único que vive solo, que siente que sus amigos se aprovechan de él y lamenta que Carlos viva en su casa pues si estuviera solo podría caminar desnudo por ella.

La trama de la obra es escueta, realmente un pretexto para mantener a los personajes interactuando. Según avanza la obra, se va poniendo más seria. Es larga y tiene uno que otro problemita formal aquí y allá, pero en general vale la pena. Más que nada, porque la obra tiene sustancia. Jorge González tiene ideas muy interesantes sobre lo que es ser un hombre en esta isla. Su forma de expresarlas es una obra de teatro en la que nuestros rollos colectivos se verbalizan y actúan en escena. En ese sentido, Los Coyotes es tremendo “acting out” de la quedaera existencial del homo portorricensis.