No deja de sorprenderme cómo el tema de Calle 13 sigue molestando a ciertos sectores de mi lectoría. Hace meses dije que Calle 13 era algo así como el Rubén Blades del reguetón. He cambiado de opinión; me he dado cuenta de que el fenómeno es mucho más completo que eso.
Ya nadie duda del linaje de sangre que existe entre la salsa y el reguetón. Pero de lo que la gente se olvida es que el reguetón no es hijo de la salsa, sino nieto. Entre medio de ambas generaciones musicales, está el merengue de la segunda mitad de los ochenta y principios de los noventa. Visto de esa manera, Grupomanía sería algo así como el eslabón perdido entre los Lebrón Brothers y el Trebol Clan.
Sé que este argumento es débil. El merengue es, dentro de todo, un fenómeno bastante extraño. Hablo del merengue boricua, por supuesto. Para empezar, fue un movimiento que nació en el campo y luego fue que llegó a la urbe. Eso de por sí es insólito. El merengue, un ritmo de extracción dominicana, le permitió a los jíbaros volver a ser parte de la cultura popular. Si no me creen, pregúntenle a cualquier miembro de los Sabrosos del Merengue.
A principios de los noventa, las hoy baladistas eran merengueras. La lista es reveladora: Olga Tañón, Melina León, Gisselle, etc. El que estas tres mujeres todavía tengas algún tipo de presencia en la cultura masiva debe ser motivo de preocupación. Es increíble que desde entonces la única nueva voz femenina haya sido Ivy Queen, cuya feminidad es equivalente a la de Celia Cruz, Mirta Silva o Ruth Fernández en su momento. Es decir, casi nula.
Sería interesante que alguien analizara el repertorio cantado en las tres ediciones de Objetivo Fama, pues ahí se ve lo renuente que está todavía cierto sector social a reguetonizarse. Entre las concursantes femeninas, abundan los “covers” de Ednita y Olga Tañon, y hasta “covers” de “covers”, como cuando una participante cantó la versión en español de Total Eclipse of the Heart, hecha famosa por Lissette.
Pero bueno, me he ido por la tangente. A lo que iba: Calle 13 es el Wilfrido Vargas del reguetón. Con esto quiero decir también que Calle 13 es el gran redentor del reguetón.
Recuerdo muy bien la fiesta de despedida de año en casa de mi tía en la que escuché por primera vez “El africano” de Wilfrido. Eso fue varias años antes de que en esa misma fiesta escuchara por primera vez el “Ojalá que llueva café en el campo” de Juan Luis Guerra.
Me las hecho de ser un discjockey aficionado. He discjoqueado par de bodas de amigos que han agradecido mi talento para controlar el “flow” de una fiesta. Es así cómo he descubierto que la mejor forma de levantar una fiesta que está muerte es poner “El africano”. Yo le llamo el Party CPR Kit.
Basta con que la gente escuche las primeras líneas de saxofón y trombón (Wilfrido es famoso por haber añadido el trombón a la orquesta de merengue) para que asuman sus posiciones en la pista de baile. No estoy diciendo que “Se vale to-to” o “Atrévete-te” tengan ese mismo efecto, pero sí que son número con los que la clase media se siente cómoda.
Dicho sea de paso, “El africano” de esta época bien podría ser “La gasolina”, tanto por su ritmo pegajoso como por ese “kitsch emotional value” que desarrollan las canciones que han sido tocadas a la saciedad. Aunque parezca increíble, éste no es el caso de “Dale Don Dale”. Al parecer, don Omar no le inspira mucha confianza a la clase media.
Otra vez me he ido por la tangente. Cuando digo que Calle 13 es el gran redentor del reguetón me refiero a lo siguiente. ¿Qué es el reguetón? Bellaquera y fronte. ¿Qué es Calle 13? Lo mismo, pero empaquetado en una caja más bonita, con un sonido más estilizado. Y he ahí por qué está más cerca de Wilfrido Vargas que de Juan Luis Guerra (o Rubén Blades, for that matter).
Nótese el parecido entre este fragmento de “La aguacatona” de Calle 13:
Ella es la aguacatona
Es de lo más mona
Con su estilito europeo de Roma
Regando to’ el aroma por el lobby
Yo la vi como piscolabi
Y me acerqué en la disco
Guillaó de Cisco
Y me tiré como si fuera un risco
‘Mera, ¿andas sola?,
hay una llena, ¿quieres ser mi loba?’
tengo un Bulova y ando en una limo
por dentro huele a pino
no tengas miedo soy un tipo fino
yo bailo lo que sea
es más me tiro el split chino
¿te asustó lo del chino?
No te pongas histeríca
Mira, yo bailo como Chayanne en Fiesta en América
Y éste otro de “El jardinero” de Wilfrido Vargas, el famoso “cover” merenguero y proto-rapero de una canción de zouk:
No se cómo te atreves a decirme a mi
Que no tiemblas cuando yo te hablo así
Si las mujeres cuando dan amor
Se sonrojan, rien y hacen un show
Y yo me río, y no es un lío, esto no es un lío
Y qué dirían las que se enteran
Que mi manera de corazón, yo les fascino
Y que pa'-pa' que lo sepas
Te traigo rosas, también violetas
Ramillete de miosotis, también pompones
Que todo mi cariño lo que compone
No es que yo sea romántico
Ni tampoco un playboy
Pero todas las muchachas
Siempre van donde yo voy
Si me detengo en cualquier lado
Se acercan con un helado
Y quieren conquistarme con un hechizo,
Y sin embargo a ti te pido permiso
Mira yo soy muy sencillo
Pero déjame decirte que tengo dinero
En el bolsillo, bolsillo
Tengo un Mercedes mejor que el de Wilfrido
He superado la riqueza de los Trujillo,
Lo que pasa es que yo soy hombre sencillo
Sencillo, sencillo, elegante rico y sencillo
Tan sencillo como un jardinero que vive de flor en flores
Recogiendo las más bonita pal amor de mis amores,
Tengo otras teorías, pero esas las dejaré para otro momento.